lunes, 28 de febrero de 2011

El tango según Mariano Mores

En nuestra última emisión hemos compartido con Uds. los tangos de Mariano Mores.

 

Este genio ilustre de la música representa lo más encumbrado del tango show, con sus maravillosas composiciones que magistralmente dirigidas desde su piano nos envuelven y nos hacen vivir un mundo de sueños.

 

Antes de continuar leyendo algo de su historia personal, escuchate este tanguito (hace click sobre el título):

 

Taquito Militar de Mores por su Orquesta, en vivo en el Opera.

 

Su verdadero nombre es Mariano Alberto Martínez y nació en San Telmo en el 1918.

 

Marianito a la edad de 9 años, estudiaba piano con la profesora Amelia Fagoada del Conservatorio D´Andrea en la Lanús Oeste. En tres años hizo todo el profesorado de música. Tocaba los clásicos con una facilidad sorprendente. Fue tal la aplicación al estudio de armonía, contrapunto y composición, que la profesora no le quiso cobrar ni un peso. Cuando cumple 10 años obtiene una beca para estudiar en Salamanca, España, dónde comienza su carrera como niño prodigio ejecutando las obras de los grandes maestros. Es allí donde Marianito toma contacto con el tango. Fue una tarde paseando por la rambla, cuando con su padre escucharon salir de un negocio las melodías de "Melodía de Arrabal" por Carlos Gardel.

 

A los 14 años pierde a su padre, se ve impulsado a tener que mantener a su madre y siete hermanos; desde ese momento, entonces, comienza a trabajar profesionalmente como pianista. Primero en España dónde residía en ese momento. Se lo anunciaba en grandes murales con leyendas que decían: "Hoy actuación de Lolo, el Compositor y Pianista Relámpago".  Esta curiosa forma de presentarlo obedecía al hecho de que Mariano realizaba un número especial solicitándole al público dos o tres notas musicales con las que improvisaba excelentes temas.

 

Estrenó sus primeras composiciones en el Trío Mores, que integraba junto a las hermanas Margot y Myrna Mores. Se casaría con Myrna (cuyo verdadero nombre es Guillermina Morales) y adoptaría el apellido Mores como nombre artístico. En realidad él era simplemente Marianito, el pianista de las Hermanas Mores, el apellido se le agregó por usos y costumbres: "Actúan los Mores" o "El trío Mores" Después de su casamiento Myrna dejó de cantar profesionalmente para dedicarse a su hogar e hijos, pero siempre acompañó a su marido a las giras mundiales junto a su orquesta.

 

Una vez viajaba en tranvía por la calle Corrientes, y al pasar por el café Vicente –que estaba enfrente del Germinal-, vio un cartel en el que solicitaban un pianista que tocara música internacional y supiera leer el pentagrama. Fue así como muy decidido, bajó del tranvía, dio una prueba y el puesto fue suyo. Casi enseguida entró a estudiar en la Academia Padi que dirigía un gran poeta – Luis Rubinstein -, y al poco tiempo ya era profesor

 

Luego fue piano solista en la orquesta de Francisco Canaro entre 1939 y 1948. En ella estuvo a prueba por un mes y se quedó diez años.

 

De la época con Canaro nos cuenta: «Poco antes, había hecho unos arreglos musicales para unos japoneses, música popular de ellos en tiempo de tango. Me pagaron cinco mil dólares, una fortuna. Me compré siete trajes de los mejores, siete camisas y siete de todo. Así, hecho un "dandy", bajaba del tranvía en Callao y Corrientes y por esta, iba caminando hasta Florida, por la vereda de los números impares y volvía por la de los pares, haciendo pinta. La gente empezaba a preguntarse: "¿quién es ese cajetilla?". Un día me vio Ivo Pelay  y me dijo: "Vos sí que sos un buen vendedor de imagen. No cambies nunca".»

 

Amenizá tu velada con otro tanguito, dale che no tengas miedo: Adiós Pampa Mía por la Orquesta de Mariano mores con la voz de Acuña.

 

De esa época es su primer gran éxito "Cuartito azul", y al respecto nos dice: «... en realidad era un arreglo para "La cumparsita", una introducción, pero cuando la escuchó Mario Battistella me dijo que allí había un tango. Le puse ese título por una piecita que alquilaba en la calle Terrada (Serrano) al 2410 (barrio de Palermo), para vivir cerca de mi novia. Un día se me ocurrió pintarlo disolviendo pastillas de un blanqueador para ropa que venía en cubitos de color azul. La letra fue escrita por Battistella sobre la música. Casi siempre compuse así. Primero la música, aunque hubo excepciones.» Luego sigue: “Ese tango nació dedicado a mi primera novia, Mirna, que hoy es la abuela de mis nietos”. Dice que incluso intento comprar la casa pero le cobraban “un afano”.

 

En 1949 formó su propio grupo y ese mismo año debutó en la sala del Teatro Presidente Alvear, dirigiendo una gran orquesta. Su popularidad se extendió por todo el país y en el exterior, tuvo siempre su público. Un público que buscaba un espectáculo con características de "music-hall". Una orquesta numerosa y estridente, con cantores que se brindaban a todo pulmón, bailarines, juegos de luces, algún coro y su director, hiperquinético, ora con sus dos manos sobre el teclado, ora con una sola y dirigiendo con la otra, ora alejándose del instrumento y utilizando ambas manos para conducir la orquesta. Todo al servicio del espectáculo.

Pero paradójiacmente, esta receta popular y exitosa de Mariano Mores, utilizada a lo largo de su extensa trayectoria, fue ,al mismo tiempo, el motivo por el cual muchos gustadores del tango no lo aceptaran y lo criticaran por su estilo y "vedetismo". A Mores no se lo puede escuchar con unción, con Mores no se puede bailar, poco importaba quienes eran los cantores, era, en realidad, una orquesta para el teatro y para la televisión. Una orquesta para el espectáculo.

 

A Mores no se lo puede escuchar con unción, con Mores no se puede bailar, poco importaba quienes eran los cantores, era, en realidad, una orquesta para el teatro y para la televisión. Una orquesta para el espectáculo.

 

Él hace gala de un molde artístico donde se conjugan en exuberantes dosis, el desenfado, la simpatía, la viveza comercial y el talento, con que el destino favorece a unos pocos. Hoy se lo reconoce como un ídolo popular que representa una parte esencial de la historia del tango. Sin embargo, no todos los tangueros lo reconocen, justamente por sus estrafalarias presentaciones, alejadas de la “seriedad” del género tanguístico. ¿Qué opina él de esta falta de reconocimiento?

 

El maestro nos dice: “Serán conceptos personales, e insisto, los respeto. Ocurre que yo he tenido la suerte de colaborar haciendo música para grandes espectáculos y dejar un antecedente con mi personalidad. Yo creo que lo que hice les ha gustado a quienes han seguido el derrotero de mi destino. A los que no les gusta... no me escucharán”.

 

Y para terminar… (por ahora obvio), el infaltable: Uno de Mores y Discepolo con la voz del grande, el matador, el Varón del Tango, Julio Sosa.

 

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